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LOS CAMBIOS
"Pega la
vuelta y enfrenta lo extraño"
Changes-David Bowie
Los que tenemos más de 40
años solemos afirmar que algunas cosas eran mejores en nuestros tiempos. Nos
pasa con la música, por ejemplo. También con la tele, el fútbol, la ropa, los
peinados, la educación, las costumbres...
Cuando éramos jóvenes los
adultos nos decían que éramos "la juventud
perdida". En cambio hoy (que nos toca estar en ese lugar) casi pensamos lo
mismo de los jóvenes que nos suceden. Y es más, puede que quizá nuestros hijos
piensen lo mismo de nuestros nietos, vaya uno a saber.
Cambiamos, ¿viste? Ahora
somos los "ortivas" que tienen que poner límites cuando antes todo lo
que queríamos era romperlos. Incluso apelamos al uso de frases hechas como:
"Eran otros tiempos", "Antes no pasaba", "Ya no vienen como antes", que le
dan al pasado ese aura celestial que en la mayoría de los casos no se merece.
En fin, nostalgia. Esa es la
palabra. La vieja y querida nostalgia. Pero en el fondo pienso que lo que se
añora no es el tiempo pasado sino la vitalidad. Vitalidad que te permitía
subirte al tren del presente y vivir a la moda. Estar al tanto. Consumir lo
actual. Lo último que salió. Lo moderno.
Pero el tiempo pasa (ahí
tenés otra frase hecha) y los gustos cambian. Las necesidades se transforman, hay
otras prioridades, va decayendo el vigor y entonces se cae el pelo (y si no se
cae aparecen las canas), se te cae la cola, se te caen las tetas, asoma la
panza, los dolores musculares, las arrugas, las patas de gallo, la agitación
excesiva luego de correr apenas un poco… En fin, cambios biológicos que nos
cambian la cabeza para siempre. Cambios que hay que afrontar, cuestión así de
compleja y así de sencilla. Y todo eso sin dejar de pensar que el mundo es una
mierda.
Hay que ser honestos. Puede
que antes algunas cosas fueran mejores. Pero eso sí, no todas. Incluso, si
mirás bien, puede que el presente tenga más ventajas. Pasa que hay gente que se
acostumbra a vivir de una manera y no quiere que las cosas cambien. Porque está
cómoda con el mundo, ese mundo que con sus defectos y virtudes de alguna manera
es un lugar perfecto.
Pero también están los
otros. Los que necesitan moverse y no pueden quedarse estáticos. Los que se van
de un lado a otro todo el tiempo, los camaleones, los genios, los artistas, los
pensadores, los que alteran el orden establecido, los que perturban a los que
se sienten cómodos y a la vez alborotan a los que están aburridos y andan
buscando un tren al cual subirse. Muchas veces son esos tipos los que cambian
las cosas. Los que van innovando, a veces para bien y otras para mal.
Ahora, sino me adapto a los
cambios, ¿cómo me voy a sentir? Si cada vez son más los que se adaptan, ¿va a
llegar un momento en el que no me va a quedar otra que hacerlo yo también? ¿Y
si no quiero? ¿Se van a reír de mí? ¿Me van a mirar como a una persona quedada
en el tiempo? ¿Me importa?
Sí, es cierto, nadie me
obliga. Pero en el fondo pareciera que sí. Pasa que la marea de lo actual viene
por vos y te lleva a empujones. O mejor dicho, te invita de manera amable a que
te adaptes a lo nuevo, a lo que hace la mayoría.
Si estás cómodo molesta un
poco, hay que admitirlo. Y en ese sentido, el tema de la tecnología es
tremendo. Avanza a pasos agigantados convirtiendo lo moderno en obsoleto en
cuestión de meses.
Internet es un excelente
reflejo de eso, sobre todo en las redes sociales. Las innovaciones se suceden
una tras otra como si fueran experimentos impuestos por un montón de pelotudos
que no tienen un carajo que hacer. Y entonces pasa lo que pasa siempre: están
los que se adaptan y están los que se resisten.
Y ya que está tampoco nos
olvidemos de aquellos que exigen los cambios.
Es que por lo general, los
cambios son vistos como parte de la evolución. La necesidad de que haya
novedades es algo inherente a las personas. Y además, en algunos casos, esa necesidad
es un poco la hija rebelde de nuestro aburrimiento, ese mismo que a veces nos
lleva a hacer cagadas, y muy pocas veces a inventar grandes cosas.
Entonces es como que uno
desprecia los cambios en pos de aquello que era de una forma a la que se había
acostumbrado y ahora es de otra. Muchas veces por no estar seguro de adaptarse
a lo que viene. Otras porque no se tienen ganas de adaptarse. Y otras porque se
tiene miedo de que a uno lo estén estafando con el cuento de "el
progreso".
"Mañana es mejor" cantaba
Luis Alberto Spinetta.
"El tiempo puede cambiarme pero yo no
puedo atrapar al tiempo" canta Bowie.
Es natural. Porque la naturaleza
es movimiento puro, incluso en algo tan estático como una mesa de pino (aunque
el barniz que la recubre nos muestre lo contrario).
"Cambia, todo
cambia" cantaba Mercedes Sosa, por más que otros canten "5 siglos
igual", por más que algunas cosas en el fondo sean lo mismo pero con un
maquillaje distinto.
El cambio jode cuando se te
obliga a cambiar y no cuando marchás gustoso hacia él. Es algo excitante cuando
tenés los recursos para afrontarlo y sacarle provecho. Pero otra cosa muy
distinta si te agarra desinformado y en pelotas.
Sí. El cambio hará que algún
día seamos exitosos y más adelante viejos decrépitos. Pero hoy no. Todavía no. Tenemos
que seguir mudando la piel. Tenemos que seguir viendo lo que viene al mismo
tiempo que algunas luces se apagan para dar paso a otras.
Cambios. De aire, de ropa,
de estilo. De casa, de barrio, de trabajo. De salud, de país, de pareja.
Cambios.
Son lindos, pero a veces
joden bastante.
¿Y vos? ¿Cómo te preparás
para eso? ¿No crees que sería mejor vivir dispuestos a que las cosas cambien?
¿No será mejor que resistirse? Porque si ya sabemos que el cambio es algo
constante, entiendo que es mejor avanzar hacia él con entusiasmo, darse tiempo
para entenderlo, sacarle provecho y sentir el movimiento.
Sí, ya sé lo que estás
pensando. Es la vieja fórmula: si no puedes con ellos, únete. Pero bueno, ¿qué
le vas a hacer?
¿Y ahora? ¿Después de leer
esto cómo te sentís?
Porque esto ya se termina.
Y que algo termine también es parte del
cambio.